Tras la muerte de su madre, la joven Eva tiene que trasladarse a vivir a gran Canaria. Allí tendrá que emprender otro viaje: conocerse a sí misma y a su padre, al que apenas ha visto. Perdida en el mar se adentra en las dificultades que los jóvenes deben vencer durante la construcción de su personalidad adulta. Eva emprende este camino a través de su diario personal y de la correspondencia electrónica que mantiene con un profesor de Santiago de Chile y con los amigos que deja en Madrid. Esta novela nos recuerda que, aunque es fácil perderse en alguna ocasión en el mar, siempre hay que seguir remando para salir a flote.