ISBN: 9789563590074
Editorial: Palabra Editorial
Año de edición: 2020
Descripción: Benjamín habita en un universo paralelo al de nuestro cotidiano, uno cuyo aire está impregnado con el olor amargo del cansancio. Pero es tan paralelo, tan condenadamente paralelo, que resulta ser el mismo, indistinguible. Aquí hay vagabundos que telefonean a sus hijos inexistentes desde cabinas descompuestas; octogenarios que hacen de escudos humanos para detener el avance de la invasión neoliberal, mientras ensartan tenedores de plástico en los uniformados que los masacran; jóvenes que deciden abrir la llave del paso del gas para suicidarse, a sabiendas que llevan meses sin pagar la cuenta y que las cañerías están vacías, y que resucitan antes del tercer día, arrullados por el ronroneo de un gato tiñoso llamado rosa luxemburgo; una gorda cubierta de dinamita que salta desde un décimo piso y se hace estallar en el aire, llenando la tarde de color y de esperanzas. y luego están los otros, todos los demás, unos niños perdidos que no tienen idea de nada, solo que quizás ellos también se merecen un cunnilingus, o un helado, o un apretón de manos, o cualquier cosa; una compensación por el pasado mentiroso y el futuro que no es posible cambiar. Para cabalgar los cielos de este universo descompuesto están las pastillas para subir, para bajar, para caminar hacia los lados, para reír, para llorar, para contactar a tu mascota muerta, para entender todo lo que dice tu abuelo sin su placa. En un muro al que da la ventana de benjamín, alguien ha pintado con esténcil los rostros de tres detenidas desaparecidas. A veces al mirarlas me termino de convencer de que todo es una mierda, que todo está podrido y me arrodillo con pena, con más pena que la mierda, esperando que caiga luego un meteorito que nos reviente a todos. Las miro fijamente por la ventana vigilando que ningún imbécil vaya a pintarles algo encima o a rayarlas o a molestarlas de cualquier manera, porque, mierda, si no pude defenderlas hace treinta años, tal vez, quizás ahora, recién ahora, pueda hacer algo. ‚äì¿Por qué te drogas, benjamín? ‚äì porque a mi perro le cortaron la cola y ni siquiera tengo perro, porque es una forma de acabar con las jerarquías, porque a mi papá lo torturaron y ahora habla de libre mercado, me drogo porque hace rato que no se ve la cordillera‚ä¶ los jinetes en el cielo tienen claro que dios es un padre barrero y que, definitivamente, nadie se cuenta entre sus favoritos.