En una sociedad donde se venera la juventud, el consumismo, la productividad y el sexo, la vejez es rechazada. Perder la juventud priva al ser humano de su capacidad productiva, lo aparta de los roles que tenía ante la sociedad y la familia, su salud se ve mermada y su sexualidad marginada. Como parte de ese sistema social, la mayoría de nosotros pretendemos huir de la senectud, sin pensar que ésta es una etapa del proceso natural de la vida, a la que hay que aceptar y dar paso con dignidad.Admitir el paso del tiempo es comprender que las pérdidas que se tienen a lo largo de la vida van dejando huellas en la personalidad y la conducta, según el nivel de apego que se haya tenido hacia las cosas o las personas de las que ahora se carece. Ser conscientes de lo que significa envejecer permite a la gente adoptar una cultura de prevención para desarrollar la fortaleza espiritual que le ayude a encarar los desafíos de la senilidad.El objetivo de este libro es contribuir a que quienes rodean a los ancianos, sean familiares o cuidadores, puedan acompañarlos en el proceso de aceptar las pérdidas, y en ese sentido se conviertan en sanadores, tanto de aquellos como de ellos mismos. La autora pugna porque los ancianos conserven su autonomía como personas y su lugar dentro de la comunidad a la que pertenecen. Por otra parte, señala la importancia de mantenerlos en la conciencia social, como parte activa en las decisiones que se toman tanto en su familia como en la sociedad. La vejez es una etapa llena de posibilidades y depende de cada persona el cómo enfrentarla; para ello, en estas páginas se analizan los enfoques de diversos autores que han estudiando el concepto de duelo y las pérdidas en la senectud, quienes dan luz acerca de cómo manejarlas y hasta dónde es posible adaptarse a ellas.
- Libro impreso
- Edición: 1
- TRILLAS