Hay personas que aun cuando poseen una inteligencia lógica y racional brillante,muestran incapacidad para adaptarse socialmente, tener una comunicación eficaz y resolver conflictos interpersonales; en cambio, hay otros con mediana inteligencia que al llegar a la edad adulta logran el éxito personal, emocional, familiar y profesional. Amaya y Prado analizan este fenómeno social atribuible a la carencia de una inteligencia frontal (práctica o ejecutiva) y autodisciplinada.En la actualidad -afirman los autores- se requiere desarrollar el autocontrol de los lóbulos frontales y aprender a inhibir las reacciones impulsivas y emocionales de la amígdala cerebral. El autocontrol es una capacidad de la inteligencia práctica o ejecutiva que permite a las personas regular los deseos e impulsos inmediatos (tales como comer o beber en exceso, despilfarro económico, consumo de tabaco o drogas, relaciones sexuales, etc.) y resolver problemas cotidianos apropiadamente.Los niños y jóvenes que aprendan a autocontrolarse mediante el uso inteligente de la inteligencia, podrán mejorar su rendimiento escolar, ser asertivos, tomar decisiones certeras, trazarse metas objetivas y esforzarse por alcanzarlas bajo principios éticos.Por su parte, los padres de familia contribuirán a la formación de nuevas generaciones con mayor fortaleza, siempre y cuando empiecen a poner límites a las conductas autodestructivas de sus hijos, para evitar que sigan viviendo en el consumismo, el hedonismo y la intolerancia, y enfrenten con realismo y responsabilidad un mundo cada vez más complejo y lleno de riesgos.
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- Edición: 1
- TRILLAS