Jail, el tigre, era tan fanático de sus colores (negro y amarillo) que decidió dedicar su vida a pintarlo todo de esa manera. Hasta que un buen día descubrió que estaba equivocado. En este cuento, cuyas páginas ofrecen al lector unas delicadas y preciosas ilustraciones, el autor nos regala una historia de tolerancia y amistad.