ISBN: 9789563591088
Editorial: Palabra Editorial
Año de edición: 2020
Descripción: No son los expertos en la esfera del arte los que deben decidir la validez o la viabilidad de una propuesta estética, sino los espectadores, justamente aquellos que son a la vez destinatarios y partícipes de la producción de la obra‚äù. con esta sentencia, que sintetiza la mirada erudita de carlos pérez respecto del arte, el autor invita a apreciar la danza como paso previo imprescindible al comentario. Este libro, cuyo eje gravitatorio es ciertamente la danza, se hace cargo de la exigua producción de textos acerca de la historia de la danza y de las obras que la relacionan con las otras artes, o con las diversas ciencias sociales. A pesar de lo que el autor denomina un boom de la práctica misma de la danza ‚äìdesde hace algunas décadas-, lo escrito y publicado ‚äúgeneralmente no logra pasar el nivel historiográfi co del mero recuento. La gran mayoría de las historias de la danza, es decir, de los textos que se proponen describir una perspectiva histórica, una época, un conjunto de obras, no logran ser algo más que historias de autores o, incluso antes que ellos, historias de intérpretes‚äù. Así, la mercantilización y la banalización del arte han intervenido y distorsionado profundamente ‚äúla posibilidad de experimentar en toda su dimensión aquello que las obras de arte tienen de propiamente artístico. Han usurpado, por decirlo de alguna manera, la posibilidad del sentimiento estético, reduciéndolo a la facilidad del agrado, han reducido las destrezas y focos de la percepción a los aspectos formales más simples‚äù. carlos pérez, en comentar obras de danza, nos invita a analizar la relación entre las artes, sus historias, las políticas del arte, por cuanto ‚äúdesde la construcción de las pirámides hasta la decoración de la capilla sixtina y las cantatas religiosas de juan sebastián bach, siempre lo que reconocemos hoy como arte fue un elemento al servicio de la política, es decir, más directamente, al servicio del poder. La viabilidad del poder, incluso del más brutal, sólo es posible a través de la construcción de un entorno simbólico que lo haga de algún modo aceptable‚äù. como contraparte y propuesta, el autor rescata la defi nición de un arte que se constituye como un conjunto de actos que se sienten participando de un movimiento general, del cambio de sociedad, de la impugnación de un orden caduco; ‚äúsu política es, directamente, la del movimiento social que integra. y su tarea es hacer, en la esfera del arte, lo que el movimiento social como conjunto quiere hacer en la esfera social.