El olivo, el trigo y la vid son los únicos cultivos autóctonos de los países bañados por el Mediterráneo; las restantes plantas proceden de otras latitudes. Los romanos cogieron el legado de sus predecesores griegos, cretenses y fenicios, construyendo un imperio productivo y comercial que prosperó. Utilizando la navegación, en torno a estos tres alimentos que han dado lugar a la denominación de trilogía mediterránea que hemos elegido para titular este libro.
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