Amores únicos, la debilidad intrínseca de todos los seres tangibles. Yo también he amado, no estoy exento de sensaciones. Como sentimiento puro es el único enemigo implacable y cruel que te devora o alivia.
Lo que me enamoró de Aida fue sobre todo su pureza, su naturalidad para vivir sin necesidad de odiar, su curiosidad innata, esa forma de asimilar su vida y su entorno. Era como una especie de admiración a un algo abstracto y la gratitud de haber compartido sus sueños, o mejor dicho, la total abertura de su vida por el tiempo que la pude sentir y ver.
Aida es uno de los habitantes de las arenas de la segunda profundidad, una raza tan extraña como su nombre indica.
