A lo largo de los años se nos ha hecho creer que uno de nuestros principales objetivos en esta vida es tener hijos.
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Inclusive, en una ocasión llegue a escuchar por ahí: “Quien muere sin haber tenido hijos, no vivió realmente” pero mi punto no es poner en juicio si se deben o no tener hijos puesto que eso es una decisión personal. El punto de esto es recordar, recordarnos, la importancia de cuidar la infancia porque no importa si son tuyos o de alguien más, siempre puedes ser la red de contención emocional de ese niño maltratado, traumatizado o ignorado.
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Y es que estuvimos tan ocupados en ser máquinas de humanos que hemos descuidado (por trabajo, necesidad o lo que sea) a esos seres indefensos que dependen completamente de nosotros para crecer, aprender y posteriormente, convertirse en seres felices y socialmente productivos.
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Es por ello que hoy vengo a recomendar la siguiente lectura, que desde mi punto de vista, debería de ser básica para psicólogos, psiquiatras, maestros, policías, trabajadores sociales, servidores públicos o cualquier persona que trabaje directamente con niños:
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El psiquiatra infantil Bruce Perry ha ayudado a los niños a enfrentarse a horrores inimaginables: supervivientes de genocidios, testigos del asesinato, adolescentes secuestrados y víctimas de la violencia familiar. En el niño que fue criado como un perro, narra todas estas historias de trauma y su transformación a través de la lente de la ciencia, revelando la asombrosa capacidad del cerebro para la curación, combinando hábilmente historias de casos inolvidables con sus propias estrategias de compasión, fundamentales para la rehabilitación, Perry explica lo que ocurre exactamente en el cerebro cuando un niño está expuesto a un estrés extremo, y pone de manifiesto las inesperadas medidas que se pueden tomar para aliviar el dolor de un niño y ayudarlo a crecer como un adulto sano.
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Por Vian Jaime 🖤
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