Reseña del editor
Los árabes jamás invadieron España (Les árabes n¿ont pas envahi l`Espagne) Si los ejércitos árabes hubieran invadido España en 711, hubieran traído con ellos los principios arquitectónicos y artísticos que se extendían por aquel entonces en Oriente. Los hubieran impuesto de modo autoritario y de ello quedarían muestra y prueba en las paredes de la Mezquita de Córdoba. Testimonios de todo género nos enseñarían que habrían cumplido su función religiosa al servicio del islam desde el comienzo de la invasión, no desde la mitad del siglo IX. Si Andalucía hubiera sido invadida en el S.VIII por los árabes, no revestiría la Mezquita de Córdoba las formas arquitectónicas que todos admiramos. Nuevos conceptos llegados más tarde de Oriente no hubieran fermentado la masa de las ideas entonces en hervor, como la levadura que levanta el amasijo. Hubiera sido la civilización árabe la masa, no la levadura. Hasta Occidente se hubiera extendido su propia contextura. No hubiera florecido una cultura nueva en la España del sur. Con argumentos tan tajantes, el autor, Ignacio Olagüe, derriba la teoría de la invasión musulmana de la península Ibérica en el siglo VIII, debido al pequeño número de invasores, y la escasez de medios que le imposibilitaban para grandes operaciones militares, ya sea a través del mar o del desierto, y, aún menos, derrotar a tantos pueblos en tan poco tiempo. Un libro, osado, lúcido y polémico, que se ha convertido en un clásico y que resulta fundamental para comprender la historia de la Edad Media española en general y la de Al Ándalus en particular.
Biografía del autor
Ignacio Olagüe (San Sebastián, 12 de febrero de 1903 - Játiva, 10 de marzo de 1974), estudió Derecho en las universidades de Valladolid y Madrid. De 1924 a 1936 trabajó en el laboratorio de paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, siendo discípulo de José Royo. Perteneció a la junta directiva de la Real Sociedad Española de Historia Natural de Madrid y participó en coloquios internacionales. Militó en las JONS. En 1929 fundó el primer cineclub español y una galería de arte en Madrid, junto a Ernesto Giménez Caballero. Desde los años 50, viajó y publicó en Francia. Fue vicepresidente de la Sociedad Internacional para el estudio comparado de las civilizaciones. Entre otras obras escribió La decadencia española, Diario (de a bordo) del navegante Juan de la Cosa y su célebre La Revolución islámica en Occidente, donde defendía algunos aspectos de las teorías de Américo Castro. Gran parte de su biblioteca, con obras del siglo XVII, entre las que sobresalen las ediciones de Francisco de Quevedo, fue donada a la Casa de Velázquez.