La guerra ha terminado. La democracia es una ilusión. El verdadero poder ya no reside en los estados-nación, sino en las grandes corporaciones, envueltas en una guerra silenciosa por el dominio mundial. Sus mejores armas: agentes altamente capacitados y tecnológicamente mejorados, adoctrinados desde la infancia para jurar lealtad al logo de la empresa. Pero ¿qué sucede cuando uno de esos agentes se libera de sus cadenas y decide derribar todo el sistema?