Críticas
Recomendación de Librosyliteratura.es, escrita por Sergio Sancor
Legado en los huesos, de Dolores Redondo
El miedo, en su definición más básica, consiste en una “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”. Eso es, en esencia, lo que nos provoca en nuestro cuerpo el miedo, ese sentimiento que recorre el espinazo y nos llega a cada uno de nuestros órganos. Pero, si añadiéramos un poco más a esa definición, quizá, y no soy yo el experto en la materia, deberíamos establecer una foto en dicho significado, y en ella aparecería Dolores Redondo como una de esas maestras que logran que te palpite el corazón y que sientas, en tus propias carnes, esa especie de escalofrío que paraliza. Ser tratada en los círculos más generales como una de las reinas del crimen en nuestro país tiene que dar vértigo. A mí, al menos, me lo daría. Pero no hay nada imposible en este mundo así que, como si fuera una gran guerrera de las de antaño, la autora nos introduce de nuevo en el Baztán más oscuro, mágico y desolador que ha contribuido, desde que publicara su primera novela, a que el mundo de las novelas policíacas lleguen a un nuevo nivel en el que no sólo el miedo hace acto de presencia, sino que además el odio sea un sentimiento que fermente en nuestros cuerpos y que lo sintamos de primera mano.
Amaia Salazar se enfrenta a la maternidad por primera vez. A todo ello se le suma el suicidio de asesino de Johana, que ha escrito un mensaje sólo para ella. Tarttalo. El monstruo de un solo ojo que devoraba a hombres, mujeres y niños sin distinción. Será entonces cuando se destape una serie de asesinatos que, como nexo de unión, tienen un solo nombre: el de nuestra detective favorita. Amaia Salazar.
Una frase que me viene a la mente a la hora de describir Legado en los huesos está clara: estamos ante una historia redonda. Si bien su primera novela ya sorprendió a propios y extraños, esta segunda parte de su Trilogía del Baztán la sitúa en una situación privilegiada para ser reconocida en el panorama literario como una de las mejores escritoras que ha parido este, nuestro país. Y quizá penséis que exagero, incluso que puedo adolecer de poca objetividad por ser una escritora que vive en las inmediaciones del que suscribe estas palabras, pero no, antes de que nadie pueda pensarlo: no conozco de nada a Dolores Redondo. Aclarados estos puntos, debo hablar de las noches en vela, de las uñas que menguan y debo hablar, por encima de todo, de los rápidos latidos que ha provocado esta nueva historia que, como si fuera un fetiche de los que yo suelo utilizar, aparece en un sitio privilegiado en mi estantería.
Que la protagonista de esta historia, Amaia Salazar, había dejado un hueco en mis lecturas, es una obviedad como una catedral. Lo que ya no es una obviedad es saber por qué Legado en los huesos es una historia mucho mejor orquestada que El guardián invisible. La primera de ellas es su profundidad en la psicología de los personajes: mientras que en la primera se nos daban ciertas pinceladas de ello, en esta segunda entrega asistimos a un derroche de psique enferma en la que nos introducimos como si fuéramos investigadores de criminales, poniendo al lector en una posición extraña, y digo extraña porque por una parte entendemos las motivaciones de algunos personajes principales, pero por otra intentamos darles ese halo negativo que toda conducta impropia lleva aparejada. La segunda, una investigación mucho más redonda, sin ninguna fisura, con todos los elementos propios de cualquier novela negra, y además, sin provocar una baja en la tensión, los elementos de mitología que hicieron famosa la primera entrega de esta trilogía. La tercera, como si fuera un triángulo equilátero perfecto, la encontramos en las motivaciones de uno de los personajes, la madre de nuestra protagonista, que a pesar de convertirse en la némesis perfecta de nuestra protagonista, nos mantiene sentados en cualquiera de los asientos en los que nos aposentem